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Arquitectos: Martin Lejarraga Oficina de Arquitectura
- Área: 3871 m²
- Año: 2018
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Fotografías:David Frutos
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Proveedores: Atlas Schindler, Cortizo, Gresancu, Ikea, Tempio
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto rehabilita el edificio original a través de la recuperación y conservación de sus cualidades históricas y arquitectónicas latentes. La intervención aporta la mirada necesaria para subrayar el valor de sus características únicas, y revitalizar tanto el edificio como el área urbana circundante.
La solución arquitectónica para el conjunto se concibe como una intervención íntegra y continua resuelta en dos estratos diferenciados y complementarios.
El tratamiento superficial de la fachada histórica asume, desde la restauración de los materiales originales, la familia de texturas y de color del paisaje urbano de la ciudad. Así, los materiales ambientales (piedra tabaire, ladrillo melva, estucos, zinc) potencian la lectura prioritaria de la fachada catalogada.
Sobre la construcción existente se ejecuta un volumen de nueva planta con una presencia diferencial, que establece el diálogo oportuno entre el legado histórico y la realidad actual.
El nuevo volumen aprende de las condiciones intrínsecas del edificio existente, adoptando para sí como suyas las mismas alturas de planta, la proporción de los huecos de fachada, la relación de llenos y vacíos y la pregnancia de los ejes estructurales. De esta forma, la pieza superior se adapta a dichos condicionantes desde una configuración sinuosa que contrasta con el rigor geométrico, de orden militar, de la edificación histórica que desde su posición se asoma al Arsenal Naval de la ciudad.
El contraste entre los dos niveles del proyecto se enfatiza aún más por los elementos modulares cerámicos azules que componen la fachada transventilada de los nuevos apartamentos y que generan una imagen continua y reconocible. Además, los retranqueos con respecto la fachada histórica, más allá del por sobre lo ya construido, se destinan a terrazas y piscinas que complementan los apartamentos en el exterior.
En el interior, la distribución de las viviendas se adaptan a la configuración de huecos original, produciendo tipos diversos, dependiendo de la capacidad y cualidades de cada una de ellas.
Los pasillos y zonas comunes interiores se generan desde el contraste con el edificio existente; las líneas curvas junto con un acabado cerámico azul que lo inunda todo, dotan a estos espacios de una sensación de homogeneidad y fluidez al igual que sucede en el exterior.
En conjunto, el edificio Tivoli se presenta a la ciudad como una pieza capaz de activar el entorno gracias a una actuación controlada y respetuosa a la vez que contemporánea y distinguible. Una actuación que, manteniendo el valor intrínseco de un edificio de principios del S XX, le dota de un programa y una presencia nuevos y optimizados.